Este es un resumen del artículo de James Hart en la revista NZ Horse and Pony, que relaciona la salud del sistema inmune del caballo con el estrés.
El sistema inmune es uno de los más importantes de los muchos y complejos sistemas del cuerpo. Trabaja de manera invisible, pero es vital para el bienestar continuado de cualquier animal. Con todo, no obstante, a veces no funciona tan bien como debería y necesita ayuda.
Vivimos en un mundo en el que nos superan en número muchos organismos en muchas ocasiones, algunos nos son de ayuda, otros nos causan daño – éstos últimos serían los patógenos.
Los diferentes tipos de patógenos que existen son:
- Virus: Los virus más habituales son los que pueden causar problemas respiratorios, diarreas en animales jóvenes y de más seriedad, enfermedades en los cascos y en la boca
- Bacterias: son de mayor tamaño que los virus, en algunos casos pueden tener carga vírica. Es importante recordar que no todas las bacterias son malas, y que, sin algunas de ellas, no podríamos estar, especialmente aquellas que son beneficiosas para el intestino. Las más comunes serian Staphylococcus, Streptococcus and E. coli. Estas bacterias son muy habituales y en algunos casos pueden causar enfermedades como torsión en caballos (Streptococcus equi), mastitis en vacas y dolor de garganta en humanos. En muchos casos, el problema causado por una infección bacteriana no es tanto por la presencia de la bacteria, sino por las toxinas acumuladas producidas por la bacteria.
- Hongos: éstos no representan un problema tan grave como los virus o las bacterias, pero aún así son patógenos con los que el sistema inmune tiene que lidiar.
- Parásitos: tanto internos (intestinales) como externos (garrapatas , moscas, mosquitos y otros insectos).
Qué puede afectar al sistema inmune?
El sistema inmune es muy sensible, puede verse deprimido por una variedad de factores, en muchos de los cuales puede influir el propietario del caballo. Algo fácil que se puede hacer es ser consciente del nivel de estrés de tu caballo. Recuerda esto, y si es necesario, cambia tus rutinas o actividades para poder reducir ese nivel de estrés.
El estrés físico o mental crónico tiende a elevar los niveles de cortisol – esto tiene un efecto perjudicial en el sistema inmune (curiosamente, es el motivo por el que los caballos con la enfermedad de Cushing y sus niveles de cortisol elevados tienden a tener una función reducida del sistema inmune). Cuando el nivel de cortisol es elevado, los patógenos que normalmente el sistema inmune tendría bajo control se pueden convertir en un problema.
Los herpes, que son virus problemáticos tanto para caballos como para humanos, son particularmente hábiles en permanecer durmientes hasta que el huésped está bajo estrés y entonces irrumpen cuando la oportunidad se presenta.
La fiebre del barro es otro buen ejemplo de patógeno durmiente hasta que el huésped está bajo estrés, y se han realizado tratamientos exitosos tratando el sistema inmune así como los síntomas externos para curar esta enfermedad.
Una vez visto esto, deberíamos tratar de gestionar el estrés, es importante no olvidar que es una reacción natural y muy necesaria. Desde un punto de vista general, el estrés es la reacción corporal a un estimulo que altera el equilibrio (homeostasis). Cuando el equilibrio de varias hormonas se ve alterado, el efecto de estos cambios puede ir en detrimento del sistema inmune. Este es el precio que pagamos por el mecanismo conocido como “huida o lucha” que es la manifestación más obvia de estrés agudo.
Bajo estas circunstancias, una reducción a corto plazo de la respuesta del sistema inmune no tiene gran consecuencia, es más importante la preservación de la vida. No obstante, el estrés crónico es mucho más dañino y serio. La forma en que estabulamos y cuidamos a nuestros caballos puede pre-disponerlos a un estrés crónico.
Al hacer un destete prematuro, al mantenerlos separados o en pequeños grupos, al encerrarles en boxes y limitarles el acceso a la comida, todo ello puede ser estresante y verse agravado porque el caballo ve solución a estas situaciones.
No es extraño ver caballos que no pueden soportar estar permanentemente en boxes o sin compañeros. Pueden adelgazar, desarrollar mecanismos de defensa o estereotipias como balancearse constantemente o dar vueltas por la cuadra sin parar y probablemente acaben desarrollando úlceras.
Muchas otras cosas, incluyendo algunas que los humanos no consideramos relevantes, pueden ser estresantes para los caballos. Habrá otros detonantes para ciertos caballos, pero los más comunes son: mal tiempo; demasiado frío, humedad, viento o calor un exceso de ejercicio prolongado viajes de larga distancia: esto puede ser por el esfuerzo del caballo de mantenerse de pie durante el viaje como también por el estrés mental que va asociado a irse lejos de casa patrones de alimentación y sueño alterados por estar fuera de casa, así como la separación de su grupo y la exposición a caballos y personas desconocidas contagiarse del nerviosismo y tensión de los jinetes o mozos ciertos tipos de medicación alimentación pobre y pérdida de forma física.
Otras influencias
Aunque la mayoría se pueden relacionar con el estrés, hay otras pocas influencias que son por otras causas. Desafortunadamente, la mayoría de las investigaciones se desarrollan en humanos, pero es probable relevante para los caballos ya que el sistema inmune trabaja de la misma manera. El equilibrio de las bacterias en la piel y en el intestino pueden tener un efecto muy importante.
En ambos casos, el equilibrio de las bacterias beneficiosas y patogénicas puede perderse a favor de los patógenos y si no se rectifica puede convertirse en un reto para el sistema inmune. Por supuesto, nunca es así de simple, y recientes trabajos publicados en agosto del año pasado determinan que el sistema inmune mismo puede influir en la flora de la piel y vice versa.
La edad y el estado nutricional del caballo también tienen un gran efecto en el funcionamiento sano del sistema inmune, algo que debe ser tenido en cuenta.
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