Más allá de las riendas auxiliares: cómo mejorar el rendimiento del caballo desde su bienestar físico
- Equi_libera
- 10 sept
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Un reciente estudio publicado en ScienceDirect y presentado en la conferencia International Society for Equitation Science el pasado Julio reveló que la mayoría de los jinetes que utilizan riendas auxiliares, como riendas laterales o riendas alemanas, lo hacen principalmente por la influencia de otros o por falta de confianza en sus propias habilidades. Curiosamente, también se observó que quienes recurren a estos métodos suelen tener un menor conocimiento de la biomecánica equina que quienes no los utilizan.
La investigación, liderada por la Universidad de Edimburgo, mostró que muchos jinetes no comienzan a usar riendas auxiliares con la intención de “forzar” al caballo, sino porque sienten que no son capaces de alcanzar por sí mismos un objetivo de entrenamiento, o porque creen que su caballo no es físicamente capaz de lograrlo.
El riesgo de buscar atajos

Las riendas auxiliares pueden dar una ilusión de control y de progreso rápido, pero pocas veces se acompaña este uso con un entendimiento profundo de cómo afectan realmente al movimiento del caballo. Según los autores del estudio, la mayoría de los encuestados reconocían que sabían que no era la mejor solución… y aun así las usaban.
Este tipo de “atajos” puede generar tensiones innecesarias en el cuerpo del caballo, comprometer su biomecánica natural y, a la larga, afectar su rendimiento y bienestar.
Ejemplos del día a día
Todos los jinetes han vivido situaciones como estas:
Ese caballo que “se cae” sobre la mano y nos tienta a poner unas riendas laterales para que no baje tanto la cabeza.
El que se resiste a girar con suavidad o a flexionar el cuello, y pensamos que es terco, cuando en realidad puede tener tensión en la zona torácica.
El que parece “perezoso” y no avanza, cuando en realidad lo que ocurre es que su pelvis o su espalda están cargadas.
El que abre la boca o lucha contra la embocadura, y no es un problema de contacto, sino de incomodidad en la articulación de la mandíbula.
En todos estos casos, la reacción más común es añadir presión o material. Pero muchas veces el verdadero progreso llega cuando liberamos al caballo de las restricciones físicas que le impiden rendir mejor.
De la imposición a la colaboración

El estudio subraya algo fundamental: el uso de riendas auxiliares está profundamente influenciado por factores sociales —lo que otros hacen, lo que nos aconsejan, lo que creemos que se espera de nosotros como jinetes—. Pero si queremos avanzar hacia un futuro ecuestre más consciente y respetuoso, es necesario cambiar la conversación.
En lugar de recurrir a soluciones forzosas para “arreglar” al caballo, podemos trabajar en dos frentes:
Educarnos mejor en biomecánica y bienestar equino.
Ofrecer al caballo la posibilidad de mejorar físicamente a través de cuidados que liberen su cuerpo y potencien su movimiento natural.
La verdadera maestría ecuestre no está en los atajos, sino en la paciencia, la empatía y el conocimiento. Y el bienestar del caballo debería ser siempre el punto de partida.
Una alternativa respetuosa: mejorar el cuerpo del caballo

Aquí es donde técnicas como el Método Masterson ofrecen una opción con resultados reales. A través de un trabajo suave, basado en la interacción y en la comunicación con el caballo, este tipo de masaje ayuda a liberar tensiones acumuladas en músculos, fascias y articulaciones. El resultado no es solo un caballo más relajado, sino también más capaz de moverse correctamente, con mejor rendimiento y disposición.
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