Comprendiendo, reconociendo y gestionando el dolor en los caballos
- Equi_libera
- 30 abr
- 3 Min. de lectura

“El dolor que el caballo no puede expresar con palabras, lo comunica con su cuerpo. Nuestra labor es aprender a escucharlo.”
¿Por qué es tan difícil detectar el dolor en los caballos?
Como animales de presa, los caballos han evolucionado para ocultar signos de dolor. En la naturaleza, mostrar debilidad puede representar una amenaza para su supervivencia. Esta característica persiste incluso hoy, dificultando la identificación del dolor, incluso para cuidadores o profesionales con experiencia.
Reconocer el dolor no solo es una cuestión de empatía, sino una herramienta esencial para prevenir lesiones, mejorar el rendimiento del caballo y fortalecer el vínculo con él.
Dolor agudo y dolor crónico: ¿cómo diferenciarlos?
Dolor agudo
Aparece de forma repentina.
Asociado a lesiones recientes como heridas, golpes o cólicos.
Se manifiesta con signos evidentes como cojera, inquietud o sudoración.
Dolor crónico
Es persistente y de progresión lenta.
Se relaciona con problemas musculoesqueléticos, como artrosis o lesiones antiguas.
Los signos suelen ser más sutiles: rigidez al empezar a moverse, bajo rendimiento o cambios de humor.
Signos físicos y comportamentales del dolor
El cuerpo del caballo habla constantemente. Algunos signos que pueden indicar dolor son:
Cambios posturales (como descargar peso de una extremidad).
Movimiento asimétrico o irregular.
Expresiones faciales de tensión (boca rígida, ojos entrecerrados).
Resistencia al trabajo o al cepillado.
Cambios de comportamiento (apatía, irritabilidad, aislamiento).
Muchos de estos signos son malinterpretados como desobediencia o mala actitud, cuando en realidad son expresiones de incomodidad o sufrimiento.
El impacto silencioso del dolor crónico

El dolor crónico no solo afecta físicamente al caballo, sino también a su estado emocional. Algunas de sus consecuencias más frecuentes incluyen:
Atrofia muscular por evitar el uso de determinadas zonas.
Compensaciones en otras partes del cuerpo, que generan nuevas tensiones.
Cambios en el carácter: caballos más apáticos, irritables o desconectados.
Deterioro del vínculo con su humano.
Estas consecuencias suelen desarrollarse lentamente, y por eso es crucial actuar antes de que se manifiesten de forma evidente.
Restricciones: cuando el cuerpo se protege y se desequilibra
Cuando un caballo experimenta dolor en una zona concreta y no se resuelve completamente, el cuerpo desarrolla una respuesta de protección. Los tejidos de esa zona tienden a endurecerse para evitar más daño, lo que crea lo que denominamos una restricción.
Esto implica que ciertos músculos, articulaciones o fascias pierden movilidad o funcionalidad. Aunque esa zona ya no cause dolor agudo al tacto, su funcionamiento biomecánico está alterado.

Cuando esto ocurre, otras zonas del cuerpo comienzan a compensar para adaptarse al desequilibrio. Estas compensaciones pueden convertirse con el tiempo en una causa de dolor o lesión.
En resumen:
Una articulación o músculo se restringe.
Otra parte del cuerpo empieza a hacer un trabajo que no le corresponde.
El patrón de movimiento se desequilibra.
El riesgo de lesión aumenta.
¿Cómo se puede gestionar el dolor de forma efectiva?
Cada caso debe abordarse individualmente, pero algunas estrategias clave son:
Medicación antiinflamatoria (puntual o en tratamiento crónico).
Intervenciones veterinarias específicas (como infiltraciones).
Terapias físicas y de rehabilitación.
Cambios en la rutina de entrenamiento o en el equipo.
Incorporación de terapias complementarias como fisioterapia, osteopatía, acupuntura o trabajo corporal.
El Método Masterson como herramienta preventiva
La mejor forma de evitar el dolor es prevenirlo. Y en este punto, el trabajo corporal suave y respetuoso es un aliado fundamental.
El Método Masterson es una técnica colaborativa que se basa en la respuesta del caballo para ayudarle a liberar tensiones profundas. A diferencia de otras terapias, no fuerza al cuerpo ni impone un movimiento: lo invita, lo escucha y lo acompaña.

¿Qué beneficios aportan las sesiones regulares del Método Masterson?
Ayudan a prevenir la acumulación de restricciones.
Mantienen el cuerpo del caballo en equilibrio y funcionando correctamente.
Contribuyen a prevenir lesiones a largo plazo.
Mejoran el rendimiento y la disposición del caballo.
Favorecen una relación más consciente y empática entre el caballo y su humano.
Conclusión
El dolor en el caballo muchas veces no se presenta de forma evidente. Puede estar oculto tras una pequeña resistencia, una actitud distinta, una ligera asimetría al moverse. Si no prestamos atención, estas señales pueden convertirse en lesiones o en un deterioro del bienestar general.
Aprender a reconocer el dolor, entender sus causas y actuar de forma preventiva es parte de una relación más consciente y respetuosa con nuestros caballos.
El trabajo corporal con técnicas como el Método Masterson nos ofrece una vía efectiva y amable para mantenerlos sanos, en equilibrio y libres de tensiones innecesarias.
¿Te gustaría saber más?
Ponte en contacto si quieres conocer cómo puede ayudarte el Método Masterson a prevenir restricciones y mejorar el bienestar de tu caballo.
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