Aunque pueda parecer difícil de creer que, aún y recibiendo los cuidados óptimos, a veces un caballo pueda experimentar estrés psicológico que afecte su salud, en realidad sí sucede. Los caballos son seres emocionales y el estrés y su respuesta ante una situación determinada puede variar en función del individuo. Una investigación realizada por K. Malinowski y sus colegas en la Universidad de Cook se centra en averiguar si los caballos perciben ciertas rutinas de entrenamiento y prácticas deportivas como estresantes y cómo estas circunstancias pueden llegar a afectar al bienestar del animal.
La base de este estudio sobre la gestión del estrés es lograr un objetivo que debería ser el de todos los deportistas equinos: promover unas condiciones de entrenamiento y competición que les permita alcanzar su mayor potencial deportivo sin deteriorar la salud física y emocional del caballo.
El estrés puede definirse como un término general que describe la combinación de respuestas psicológicas y biológicas de un animal a circunstancias nuevas o amenazantes. Mientras que la respuesta fisiológica al estrés es un asunto muy complejo y no del todo comprendido aún, los científicos están de acuerdo en que hay dos tipos de factores estresantes. Los factores físicos serían lesiones, cambios de entorno y esfuerzo. Los factores psicológicos serían situaciones que causan ansiedad o miedo en el animal. Dos de los principales factores de estrés son la incertidumbre y el miedo a lo desconocido.
Los caballos, como los humanos, responden a una misma situación de manera diferente según el individuo, y lo que resulta estresante para uno puede no serlo para otro. El estrés depende de la percepción del animal ante la situación. Hay tres factores que determinan si se percibe una situación como estresante. Primero está la experiencia del individuo. Las situaciones nuevas se perciben a menudo como amenazadoras o estresantes. Muchos caballos parecen sentir miedo a lo desconocido. En segundo lugar está la sensación de control de la situación que sienta que tiene el individuo. Sentir que no tienes el control es uno de los principales factores de estrés para algunos tipos de caracteres. La actitud también es un factor importante en como el individuo percibe el estrés.
Cuando un caballo se estresa, el primer componente de la respuesta endocrina que se activa es el sistema nervioso simpático, que potencia la liberación de epinefrina catecolamina y norepinefrina. La catecolamina media en la clásica respuesta de huida o lucha, aumentando el ritmo cardíaco, la presión arterial y el ritmo respiratorio. En casos de estrés grave o crónico, se activa el segundo efecto de la respuesta al estrés (el eje hipotálamo-pituitaria-suprarrenal). Inicialmente, la activación simpática del hipotálamo causa la emisión del factor de liberación de corticotropicos que potencia, a nivel de la glándula pituitaria, la emisión de la hormona corticotropica-suprarrenal. Ésta a su vez causa la liberación de glucocorticoides de la glándula suprarrenal. En los caballos atletas el estrés emocional de la competición es un elemento importante en la respuesta suprarrenal.
El principal glucocorticoide segregado es el cortisol. El cortisol actúa para ayudar al animal a aliviar el estrés aumentando el metabolismo de la glucosa para proporcionar la energía que permita al caballo escapar del estrés. A corto plazo, la liberación del cortisol es beneficioso para el caballo porque le ayuda a reaccionar ante el factor estresante. No obstante, el estrés crónico y la subsiguiente emisión de cortisol han acabado siendo protagonistas de muchas condiciones perjudiciales, incluyendo conducta agresiva, ralentización del crecimiento y de la capacidad reproductiva, inhibición del sistema inmunológico, alto riesgo de úlceras gástricas, cólicos y diarreas.
En el estudio preliminar realizado durante 21 semanas se demostró que en el caso de entrenamiento de potros jovenes, al acabar, éstos mostraban una clásica respuesta de estrés psicológico y que los factores psicológicos eran responsables del aumento del cortisol en plasma.
En el caso de caballos de salto los niveles de cortisol tras una competición mostraban concentraciones elevadas especialmente si el caballo no estaba acostumbrado al ambiente de la competición. En cambio, los caballos acostumbrados a las competiciones no mostraban esos niveles altos de cortisol. Estos datos sugieren que los caballos de salto que habían sido preparados físicamente y que ya habían sido expuestos al ambiente de competición no mostraban estrés al acabar el concurso.
Así pues, la conclusión de este estudio es que debemos conocer bien a nuestro caballo como individuo para saber cómo percibe y cómo reacciona ante situaciones potencialmente estresantes, y en base a ese conocimiento hacer un plan gradual tanto de entrenamiento como de exposición a los ambientes de competición que le permita saber gestionarlo con la menor incidencia posible de estrés en su organismo y así garantizar un buen estado de salud física y psicológica.
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